Dato para la reflexión: Muñiz Fernández ha expulsado en 22 partidos de Liga a 10 jugadores del Sevilla, 4 por doble amarilla y 6 por roja directa.
Era imaginable que nuestro Sevilla fuese mejor que el del lunes pasado en Nervión. El equipo de hoy ha querido parecerse al que queremos sobre el césped. Para formar un buen equipo, además de de ser ‘guapo’ se necesitan otros complementos como el de ser un buen futbolista. Después vendrá que éste sano, que sienta en sus adentros los colores del club para el que trabaja, que la suerte le sea favorable y por último que el partido lo juzgue un buen árbitro, un tío serio, correcto, imparcial, que sepa impartir justicia sin perjudicar a ninguno de los contendientes. Este último complemento es el mas delicado, porque si el árbitro no reúne las condiciones expresadas, comete errores o es injusto en su profesión, hace mucho daño no solo a los equipos, sino también a los futbolistas y al fútbol en general.
El partido que nos ocupa fue arbitrado por el inopinable y perjudicial Muñiz Fernández, conocido como ‘el gominas’. Como es costumbre en este individuo, hizo un mal y descarado arbitraje perjudicando gravemente al Sevilla FC expulsando a José Antonio Reyes injustamente, por un error del mismo colegiado, que detallaremos mas adelante junto con otras ‘lindezas’. No es la primera vez que este individuo ha dañado al Sevilla con deplorables arbitrajes.
Desde el inicio, el Sevilla se hizo con el control del encuentro, dominando el balón y llegando a las inmediaciones del área rival con peligro. Spahic tuvo la primera ocasión en un disparo cruzado que el portero del Espanyol desvió con apuros. Sin embargo sería el Espanyol en el m.13 los que se llevarían el gato al agua las primeras de cambio. Fernando Navarro en una impropia jugada, como lo fue el primer gol del Valladolid el partido anterior, arrolla al jugador Verdú en un salto por alto en la esquina del área grande que Muñiz no duda en señalar como penalti. La jugada, comentada por algunos como rigurosa, hace subir un 1-0 al marcador absolutamente impensable.
No debía tener muy tranquila su conciencia el engominado protagonista del encuentro, cuando once minutos después señalaba a favor de los andaluces un penalti irrisorio. Kondogbia se va al suelo en un córner sin que nadie le soplara y el tipo no duda en señalar el punto de penalti. De risas y carcajadas, aunque se agradece que devolviera las tablas al marcador, Rakitic esta vez no falló, y diese la oportunidad a los de Míchel de volver a poner las cosas en su sitio.
La pronta igualada devolvió la ilusión a los sevillistas, pareciendo que recuperaba un mando que jamás había perdido. Jesús Navas y Perotti, cada uno por su banda, cruzaban balones sin encontrar el rematador, una tónica que se hace repetitiva, unas veces por la deficiencia de las asistencias y otras por la falta de rematadores. El máximo esperpento de Muñiz y que a buen seguro le acarreará unas semanitas en el ‘congelador’, iba a llegar en el minuto 39. Reyes, que había visto tarjeta amarilla cinco minutos antes, se disponía a sacar una falta cometida sobre Babá en el borde del área. El esperpento del pito le da la venia para el lanzamiento y Reyes toma carrerilla pendiente de la ubicación del balón. Justo entonces Muñiz se desentiende del lanzamiento y se va a advertir no sé qué historia a Fazio y Spahic, mientras el de Utrera la pega contra la barrera. El juez escucha murmullos, se gira, ve que había sacado la falta y le endosa la segunda a Reyes. Ni en el ‘Club de la Comedia’ se ha contado un chiste mayor. Remontada hipotecada con un jugador menos, por los santos cojones del individuo del pito. Para más inri, se supo tras el partido que ‘el nota’ le había asegurado a los sevillistas que no había soplado su herramienta de trabajo, algo en lo que las imágenes de televisión le dejarían con el culete al aire. No creemos que a este personaje eso le importe mucho.
Un árbitro cabal, sensato, justo… hubiera ordenado repetir el lanzamiento y punto, pero no, el repudiado señorito por poder para impartir justicia aunque sea deportiva tenía una vez más que dar la nota. El único protagonista del empate a uno con el que los jugadores se fueron al vestuario, y por ende del resto del partido, había sido él solito.
La expulsión dejó al Sevilla tocado y al Espanyol con ganas de marcha. Si al partido le faltaban jugadas tontas para estar a tono con el saltimbanqui del silbato, esa llegaría en el minuto 61 de la reanudación. A Míchel se le ha metido en la cabeza que Palop es culpable de parte de los males que atesora el equipo y evidentemente una solución a ello sólo responde al nombre de Diego López. Al de Paradela no se le nota muy fino, ni siquiera cuando aún defendía los colores del Villarreal, pero Monchi y su dirección deportiva lo tuvieron muy claro cuando decidieron ficharle. En la jugada del 2-1 espanyolista su mal momento quedó más que demostrado. Es imposible estar peor ubicado en un saque de esquina en tu contra. El remate de cabeza de Simao fue torpe, para nada certero. Pero, ¿quién se fija en ello si el balón acaba en el interior de la portería? Un equipo que meramente quisiera permanecer en Primera, no se puede permitir este tipo de goles. Ningún hombre de la retaguardia que se precie por sus maneras defensivas puede consentir semejante error. El gol, que de alguna forma se veía venir por la inercia de este equipo, supuso una pesada losa en la moral sevillista, que hacía inimaginable una igualada en la media hora restante.
Sin embargo, los jugadores que Muñiz había dejado sobre el césped fueron conscientes de que poco más de una semana antes, habían logrado borrar del mismo escenario al mismo oponente. Al fin apareció el orgullo olvidado o tal vez el amor propio que hace florecer al coraje y evoca al cambio de actitud. El cambio de cartas de Míchel, dando entrada a Manu, Negredo y Rabello acabaría dando sus frutos aunque fuese en el último segundo del partido. Durante los treinta minutos posteriores al gol de Simao, los locales se habían dedicado a defender con racial esmero la escueta ventaja, a sabiendas del mal momento anotador de su oponente. Ni por asomo contaban con que su rival pudiera sacar de la chistera una jugada de triangulación que acabase en gol, tal vez de las pocas que se le hayan podido ver lejos del RS-P. Curiosamente en esa añorada jugada tendría especial protagonismo Coke, sustituto del rebelde Cicinho y que venía siendo vilipendiado por ese ancestral reducto de sevillistas que durante décadas se han ido haciendo fuertes en Nervión al son de sus silbidos. El criticado exvallecano dibujaba en el aire, con destino a la cabeza de Negredo, una de las mejores asistencias de la temporada y que acabaría por cerrar de forma inesperada en el minuto 92, las tablas en el marcador. Un gol que algunos sevillistas aseguran no haber celebrado por el desánimo en el que este equipo les tiene sumidos. Ellos allá.
Ni mucho menos fue el resultado que se esperaba, pero tal como transcurrió el partido y dadas las incidencias acaecidas, a mi particularmente me supo a gloria.
El Abonado 59
Como el fútbol se lo ha cargado esta puta mafia que todos conocemos, solo veo a mi equipo, el resto de partidos ni me importan ni me apetecen, por lo tanto no tengo una visión total de los arbitrajes y de sus consecuencias.
Dicho esto, solo hay que ver los arbitrajes que reciben otros (los de siempre) más analizar y comparar la actitud y la diferencia de criterio de algunos árbitros para entender claramente que esto es un lodazal donde solo los cerdos se encuentran a gusto y mucho.
Añadan a esto la rotunda negativa de los poderes del fútbol en introducir medios como cámaras, etc que ayuden y corrijan los muchos errores que se cometen en cada partido. Si se llevaran a cabo, ¿como iban a seguir chupando del frasco los de siempre?.
Hace pocos días decía Del Nido, ¿sabrá algo de todo esto?, que no entendía como expulsa a Reyes el hijo de su madre el de la gomina, después de autorizar el saque con su “pito” y como los asistentes tampoco aclaran algo tan claro como aquello.
Por cierto, me decía hace unos días un amigo algo muy curioso, sobre este personaje de negro. Se preguntaba, ¿como un deportista puede ponerse GOMINA en el pelo para desarrollar su actividad deportiva?, añadía que eso jamás lo había visto en ningún sitio y eso que llevaba toda una vida de vestuario en vestuario.
En fin, esto es darle una y otra vuelta siempre a lo mismo para no conseguir nada, es más cada día que pasa, empeora la situación y cuando alguien intenta sacar la cabeza y modificar en algo esto, se la aplastan como al Villarreal y ahora al Sevilla tras los movimientos efectuados por un justo reparto de los derechos televisivos.
¡¡Lodazal para los cerdos!!.
Saludos.