El periodista de ABC Alfonso Sotelo nos trajo el pasado miércoles una curiosa entrevista a uno de los representes que más ‘pasta’ se ha llevado del SFC, el adinerado ‘caza recompensas’ Daniel Delgado. Formando dúo con Paco Casal y con la ayuda de algunos exjugadores que destacaron bajo su tutela, formaron el denominado Grupo o mejor dicho ‘clan’ Casal, probablemente la empresa uruguaya más fructífera del pasado cambio de siglo.
En unas declaraciones que nos suenan a su propio eco en el pasado, Daniel vendría a culpar al entrenador Manolo Jiménez del pobre horizonte en el futuro de Ernesto Javier Chevantón y en ellas utiliza a Juande Ramos como apoyo a su insostenible alegato:
“A Ernesto le vino fatal la marcha de Juande Ramos”
No se puede ser más falso, ni más ruin en una frase tan desafortunada. Daniel, al tanto de la encomienda de la prensa local sevillana contra Jiménez, se apoya en ella para acusar al ‘míster’ sin ningún fundamento, de la imposibilidad de colocar a su ‘último mohicano’ en equipo alguno.
Espero que no haga falta recordarle al sevillismo que fue Iscariote Ramos quién dejó sin ficha a Chevantón en la temporada 2007/08, dándosele de alta en el mercado invernal cuando el manchego ya no tripulaba la plantilla nervionense y siendo precisamente Jiménez quién pidió su incorporación al Equipo en el mes de enero de 2008. Tampoco creo que haga falta recordarle al sevillismo que Juande Iscariote Ramos, cuando dejó al uruguayo sin ficha, dijo preferir callarse sobre Chevantón porque “podría hacerle llorar” si hablaba.
Con respecto al eco de su propia voz en el pasado, este sevillista que escribe, no olvida la ‘pataleta’ que formó cuando Joaquín Caparrós empezó a dejar de alinear a Nicolás Olivera en favor de un jugador de Utrera que acabaría totalmente con la proyección del pequeño admirador de Bob Marley. Al actual entrenador del Athlétic de Bilbao lo puso igualmente de vuelta y media por dejar de contar con su fuente de ingresos.
Fracasos con sabor a ‘mate’
El sevillismo creía que con la sufrida marcha del Nico y el emergente éxito de estrellas canteranas como Reyes, Sergio o Navas, complementada con la llegada de extranjeros de gran calidad, la presencia de este vendedor de ‘paquetes’ no volvería a verse por Nervión, tras habernos colocado a precio de oro a muchos de sus peores pupilos. No fueron pocos los aficionados sevillistas que ‘imploraron’ a futuras directivas la ausencia de jugadores uruguayos en la plantilla Blanca y Roja por tiempo indeterminado. Al escaso rendimiento de sus deportistas, se unió cierta mala suerte, o quién sabe si maldición, que rodeaba a cuantos jugadores de aquel País llegaban a esta ‘Tierra de María’.
En 1999 llegarían a Sevilla los lamentables Rabajda, Tabaré Silva u Otero, que dejarían importantes deudas en la tesorería sevillista, mientras el mejor de todos Inti Podestá, se vería atenazado durante 5 temporadas ‘íntegramente remuneradas como a todos’, por una lesión que acabaría siendo deportivamente terminal. De la Juventus llegaría el espigado Zalayeta, cedido de manera irrelevante durante dos largos años. Este jugador jamás ha pasado en su trayectoria del escalón de ‘promesa’. En 2002, uno de los escasos reductos con capacidad para seguir metiendo ‘plata’ al bolsillo del clan, el Nico Olivera, se encontró con la acertada propuesta de Roberto Alés de ser valorado por su justo rendimiento y no por la sobrevaloración a la que los Delgado & Company someten a sus engañosos productos. Caparrós había puesto en la trayectoria de Nicolás una columna de hormigón llamada José Antonio Reyes Calderón, que si a alguien acabaría llenando de dinero, sería a las debilitadas arcas del SFC. El extraordinario periodista deportivo Roberto Arrocha nos vendría a provocar lástima hace un par de años en una realista entrevista al bueno del Nico, ‘el chico del palo de Heliópolis’, en la que venía a lamentar la tutela del clan. En la actualidad y tras haber pasado por 8 clubes en los últimos siete años, no está sujeto al libre albedrío de representante alguno.
En 2003 el Grupo Casal volvió a la escena sevillista. Germán Hornos y Darío Debray Silva recalaban en el RS-P. Ambos estuvieron apunto de perecer en diferentes accidentes de tráfico. El primero, que tenía contrato con el Sevilla cuando sufrió el accidente, ha reanudado ‘la aventura europea’ el pasado mes de junio en un club de segunda francés, el de Treinta y Tres ya en el ocaso de su carrera, perdería media pierna en aquel fatídico accidente que cerraría definitivamente su etapa deportiva.
En 2005 y ya sin uruguayos en este centenario Club de 1905, se iban a dar una serie de confluencias que iban a generar el mayor éxito futbolístico andaluz de todos los tiempos. 2006 vino a traer la mayor alegría que se recuerda a una Afición loca por saborear con títulos, pequeñas batallas ganadas en momentos esporádicos de su Historia reciente. La ciudad holandesa de Eindhoven bañó de incipientes hojas de laurel la idiosincrasia de una Ciudad dividida por un sentimiento deportivo absolutamente bipolar.
Pero en 2006 también llegó Ernesto Javier Chevantón y con él, Daniel Delgado volvía a la primera escena sevillista. La trayectoria del ‘Cheva’ en Nervión está totalmente salpicada de lesiones imposibles y sin explicación aparente. Sus números en tres temporadas hablan más de lo que habría sido, que de lo que realmente ha podido demostrar. El enfado del representante podría ser lógico, pero lo tendría que ser más por la mala suerte de su pupilo y su improbable revalorización, que por el mal trato de un entrenador al que quieren ‘hacerle crecer los enanos’.
La aguja en el pajar
El sevillismo que nos inculcó este sentimiento, podrá hacernos recordar a un tal Víctor Espárrago que acabamos viendo en el banquillo sevillista en un mal momento de nuestra Historia. De su buen hacer con el balón cuando el color en las fotografías estaba apunto de entrar en nuestras vidas para siempre.
Sin embargo considero que sería justo reconocer, que los que empezamos a disfrutar en los albores de los 80 del olor de la hierba que nace y crece entre Luis de Morales y Eduardo Dato, coincidiríamos en asegurar que ningún otro uruguayo como Pablo Javier Bengoechea Dutra, ha conseguido ganarse el corazón de cuantos hemos disfrutado en ese Estadio, desde que nos dio por hacer de este Escudo uno de nuestros más preciados sentimientos.
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